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Hace millones de años, no existían las sillas. El hombre hacía vida en el suelo para pensar, conversar o calentarse junto al fuego. Quizá por ello, muchas culturas del mundo aún se sienten más cómodas realizando diferentes actividades sobre el parquet o los azulejos con textiles. El descubrimiento no es nuevo, especialmente en países como Corea, Japón o China. Sin embargo, para el mundo occidental desplegar los papeles de trabajo o jugar con los peques en el suelo resulta una práctica cada vez más común.

El gran referente lo encontramos en Japón, país donde realizar actividades en el suelo siempre estuvo condicionado por la baja altura de las viviendas a causa de los seísmos. Las habitaciones tradicionales eran forradas con tatamis, superficies hechas con fibra de arroz y que invitaban a sentarse junto a muebles más bajos. A partir de esta premisa nació la postura “seiza”, una forma de sentarse con las piernas cruzadas a la hora de realizar actividades como el shodō (caligrafía) e ikebana (arreglos florales), además de las ceremonias de té japonesas.

Otros ejemplos lo encontramos en Corea del Sur, país donde muchas personas suelen trabajar y comer en el suelo calentito gracias al ondol, un sistema de calefacción tradicional. Las estufas Kang de China, o la libertad de realizar asanas (posturas) de yoga en India del Sur. Diferentes culturas han fomentado desde tiempos inmemoriales la vida en el suelo como conexión con la tierra y nuestro estado natural.

Beneficios de sentarse en el suelo

Según la cultura japonesa, comer en el suelo facilita la digestión al implicar diferentes movimientos al sentarse e incorporarse. En la India, repetir este gesto o practicar posturas de yoga son actividades que invitan a un estado mucho más consciente. Salud y cultura se entremezclan para revelar un universo propio que mora descalzo sobre tatamis y coloridas alfombras pero, ¿cuáles son realmente los beneficios que podemos experimentar al hacer vida en el suelo?

En un mundo laboral cada vez más ligado a la tecnología y el sedentarismo, pasar más tiempo de la cuenta sobre una silla implica la presión de puntos como la espalda, el cuello o los muslos. Estas posturas diarias dificultan la correcta circulación de nuestro organismo, por lo que sentarse en el suelo aporta varios beneficios: aumenta la activación de la musculatura del tronco al no apoyar la espalda en un respaldo, y mejora la circulación de las piernas y el sistema digestivo, entre otros.

Sentarse en el suelo también ayuda a relajarse, ya que nuestra postura no está condicionada por los muebles y nos permite trabajar de una forma más liberada y confortable. De hecho, pasar tiempo sobre el suelo facilita la transferencia de actividades como montar muebles, jugar con niños o escribir en nuestro ordenador.

Tomado de: https://www.revistaad.es/decoracion/articulos/suelos-casa-como-decorar/amp